Como algunos se acordarán, la otra vez que escribí, puse que lo iba a volver a hacer porque a mi me hacía bien… así que acá estoy para volver a hacerlo.
Para todos lo que no lo saben (o no les conté) el viernes 2 de mayo fui tía de Ludmila a las 19:55. Ella fue y es un regalo hermoso del cielo para mi familia; y desde el día que nació voy casi todos los días a su casa a visitarla y me quedo un rato mirándola como duerme (les juro que es una de las cosas más lindas del mundo).
Y justamente, un día, mientras la miraba a ella, hablaba con mi hermana de los regalos que tiene la vida y de lo “mágico” que puede llegar a ser… de lo pequeño, pero grande, que es a la vez… (Medio filosófico lo último, no).
Hoy, mientras hacía algunas cosas, vi en mi agenda una poesía de J. Maurus que me recordó mucho todo esto y eso, que tantas veces se hablo, de disfrutar las pequeñas cosas.
Acá se la transcribo, ya que me pareció bueno compartirlo con ustedes…
Vivir en alegría.
Vivir en alegría es vivir en Dios
a cada segundo que pasa.
Es corresponder con cada suspiro de corazón
a todo lo que habita a tu alrededor;
es penetrar en el interior y escuchar el desmayo débil
de un alma silenciosa o el lloriqueo de un corazón herido.
Vivir en alegría es reconocer
que la vida no es una carrera y que el futuro
es tan distante como el pasado.
Es permitir que cada momento sea un descubrimiento,
un acto de gracia y de belleza.
Es saborear la serenidad cimentada en la soledad
y vivir cada día como si fuera el primero,
el último y el único día de la vida.
Vivir en alegría es descubrir el mundo
por primera vez cada mañana.
Es maravillarse y aspirar.
Es recibir por igual el triunfo y el fracaso,
la humildad y la pureza.
Entonces, podremos ser derrotados,
pero no destruidos.
¡Un saludo muuuuyy grande para todos!!!
Luciana!