Entonces... ¿quién sos?

Es la pregunta constante. En mí resuena siempre de una manera nueva. Esa construcción permanente como opción. ¿¿¿Cómo alguien te puede decir “Te conozco”??? Eso no da cuenta nunca de quien soy. Si yo me vengo descubriendo cada día. Quizá, en ese te conozco está escondido el gran miedo a modificarse. Porque vincularse es cambiar. Es un dejarse hacer continuo. Por eso el Evangelio es actual. Su vigencia está en que es vínculo, relación. Esto tan mentado de Jesucristo, ayer, hoy y siempre permite decirnos esta verdad a nosotr@s mism@s. ¿O acaso no te das cuenta por tu historia personal?

Por eso decimos que Jesús es misterio. Porque es siempre nuevo. Es más pregunta que respuesta. Es cuestión. Claro, hay que bancarse estar continuamente cuestionado. A mí no me queda otra. No quiero otra opción más que esa. La de estar continuamente en cuestión. Es reprochable mi decisión. No hay problema. No pretendo que tod@s me entiendan. Me gustaría poder ser más transparente, más entendible, menos complejo, más a la mano. Pero no es así. No me resulta sencillo hacerlo. Estoy trabajando arduamente en eso. Estos dos últimos años y el que viene son especialmente dedicados a este proceso. Es parte del sueño. Es parte de la historia. Y será ella quien, en definitiva, dará la respuesta.

Como testigo, no como luz, sigo caminando en la madrugada esperando el amanecer.

Abrazo de gol.
Hasta la próxima.
Diego