viernes, 14 de noviembre de 2008

INVERTIR


Esta semana trae un click, un insight difícil de explicar. Estoy algo más resuelto. Me ayudó mucho escribir, me facilitó tanto el encontrarme a charlar con Rosita a su vuelta de El Salvador. Buscamos frescura y vida abundante. Quedarse encerrado en la propia experiencia de vida creyendo que es lo único, no nos hace bien. Ver cómo viven otras y otros con diferentes desafíos pero con la misma inspiración: EL REINADO DEL DIOS DE JESÚS. Eso hace mucho bien. Fue un momento revelador. E inspirador para el tiempo próximo que quiero vivir.

El domingo pasado, al celebrar la misa y gustar el Evangelio, me hizo mirar la semana bastante distinto. Y siguiendo con ese texto, y la cuestión de la fidelidad, si el domingo pasado era tener los frascos llenos de aceite para que nuestras lámparas no se apaguen, este domingo es duplicar lo recibido en una lógica netamente financiera de la parábola de los talentos. Cuando se tiene un capital, se puede hacer dos cosas: guardarlo o invertirlo. Si se guarda se cautela la seguridad de no perderlo, pero no crece. Al invertirlo, se pierde control sobre él, se lo arriesga, se corre peligro, hay incertidumbre, pero no hay otro modo de hacerlo crecer. Una regla básica de las inversiones económicas dice que las posibles ganancias están en estrecha relación con el riesgo. Si se invierte en condiciones de mayor seguridad para el capital, el margen de posibles ganancias es menor. Por el contrario, si se invierte corriendo un mayor riesgo económico, el margen de posibles ganancias es también mayor. Cuanto más se invierte, se corre mayor riesgo y cuando se corre mayor riesgo, mayor es la ganancia. Invertir los talentos es arriesgar. Mirá si no es así en la situación en la que estamos como mundo. Aunque podemos hacer una distinción entre inversión y despilfarro. Invertir una vida no es lo mismo que despilfarrarla.

Fidelidad, inversión, crecimiento, despilfarro, cautela, riesgos, miedos. Todas palabras que se me asocian con sensaciones vividas en este último tiempo y que están en pleno proceso de discernimiento. Y ésa es la apuesta.


Quizá el arte dé mejor cuenta de la búsqueda que vengo realizando. Y como canta Facundo Cabral “una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena, ¿verdad?”. Para la Vida Abundante. Y allá vamos.

Fuerte y tierno el abrazo.
Diego

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