
Amores que curan. Presencias que llenan de alegría. Entre despedidas y abrazos, nuevos ojos miran una realidad distinta. Desde otro lugar, diferente la perspectiva del camino a seguir. Te sueltan la mano, sin gratuidad evangélica, mostrando la hilacha y así, antes del acabóse, empezar otra vez. Para seguir tengo que empezar todo de nuevo… y como un sueño en un lugar, te espero. Así canta León. Así lo hago yo. Como música para mi corazón. Un nuevo cantar. Inspiración y complot. Melodías que sonríen en una noche estrellada. Poesía, canción y trabajo. Transpiración y ejercicio. Mucho de intuición y la fascinación para continuar el sueño.
Y como en el Evangelio: “Yo te lo mando, levantáte, tomá tu camilla y andá a tu casa”. Algo así siento esta semana. Siento este mandato y lo trato de vivir con intensidad. Ponerle nombre a la camilla y todo aquello que me paralizaba. Ir al lugar de origen y desde ahí, una vez más, relanzarme como discípulo. Y si Él lo pide, ¡allá vamos!
Y como en el Evangelio: “Yo te lo mando, levantáte, tomá tu camilla y andá a tu casa”. Algo así siento esta semana. Siento este mandato y lo trato de vivir con intensidad. Ponerle nombre a la camilla y todo aquello que me paralizaba. Ir al lugar de origen y desde ahí, una vez más, relanzarme como discípulo. Y si Él lo pide, ¡allá vamos!
Abrazo continental.
Hasta la próxima.
Diego
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