viernes, 15 de agosto de 2008

EN-LAZADO


Crear lazos-domesticar-vincularse

Es la experiencia de esta semana. Empezar la segunda mitad del año, más corta (¿entonces no es mitad?) como más intensa, volvernos a encontrar con compañer@s de estudio, iniciar el camino final con investigaciones y prácticas, me recuerda una vez más esto de ir cerrando ciclos. Este fin de semana, con todos los eventos regionales también.

También fui decantando todo lo escuchado de la semana pasada, cada rostro, cada historia, cada situación. Acompañar, amar, cuidar, estar, desear, impotente y posible, las vidas de quienes se ponen a disposición para caminar junt@s.

Una semana de poesía, de cuentos, de relatos, de canciones, de silencios, de miradas. Quizá, hoy, sea de poca formulación. Estoy pensando en esa mujer del evangelio que a los pies del Maestro suplicaba por su hija casi muerta. Hace unos años escribía algo así:

«Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». La gracia se otorga gratuitamente. Jesús no le impone a esta mujer pagana ninguna condición legal judía (purificaciones, bautismo de prosélito, confesión de fe...) como respuesta al gesto salvador de Jesús. A la humilde insistencia de su fe responde toda la gracia de Cristo. Y la voluntad de Dios se identifica plenamente con el deseo de esta mujer: la sanación de su hija. Y esto se cumple.

Y pensándolo una vez más, me sigue admirando y apasionando el amor del Dios de Jesús. Esta identificación de Su voluntad con el deseo de un corazón materno anhelante, conmovido por la vida amenazada de quien sufre... ¡Qué grande es tu fe! ¡Qué grande es tu fe! ¡Qué grande es tu fe!
Deseo un corazón así. Te pido un corazón así. Para la vida de much@s. Para la tuya. La nuestra.

Hasta la próxima.
Abrazo tierno y firme.
Diego


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