viernes, 11 de julio de 2008

Y SALIO A SEMBRAR




El Evangelio de este domingo es la parábola del sembrador. Bastante conocida. Bastante proclamada. Diversamente comprendida. Hoy quería ofrecerles una reflexión que hicimos con la comunidad de soles del Bata 51 el sábado pasado.

Y la reflexión giró en torno al corazón. Al corazón que mira sin ver, oye sin escuchar. Un corazón endurecido. Ojos cerrados. Oídos tapados. Sin conversión. Sin posibilidad de sentir, pensar y actuar.
¡¿Cómo hacer para que nuestro corazón esté atento?!

Y el evangelio continúa con una bienaventuranza: felices los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Y entonces, ¿qué será lo que estamos viendo y escuchando para ser felices nosotros? Porque somos nosotros los destinatari@s de la Palabra. Y es una Palabra que produce fruto, algun@s al 30%, otr@s al 60%, algun@s al 100%. Y no es tanto el rinde de la cosecha sino la capacidad de la siembra, la potencia de esa semilla esparcida. ¡¿Cuánta vida ha sido sembrada en nuestra vida?! ¡¡Cuántas vidas brotando en nuestros rostros, en nuestras historias, en nuestros caminos!!

Y así, seguimos caminando junt@s por senderos fecundos.
¡Pura Vida!
Hasta la próxima.
Diego


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