domingo, 22 de junio de 2008

En el Amor, no hay miedo

Quiero compartir con ustedes un comentario acerca del Evangelio de este domingo.

Estamos en el capítulo 10 de Mateo, donde después de muchos signos, curaciones y milagros, sigue el envío y las recomendaciones para los que son enviados. Y está escrito para una comunidad creyente que está jugándose la vida por creer en Jesús y su Reino. Con todas las consecuencias que esto trae. Y parece ser que están con miedo. Y para transformar el miedo, nada mejor que ir a lo esencial. A lo primero. A lo básico: la verdad, la vida y el amor. La verdad: “no hay nada oculto que no deba ser revelado”. La verdad no se impone. Se propone y se acepta por su misma fuerza. Y a plena luz del día y para tod@s. Y con la propia vida, dando la vida. La vida: tanto la personal como la social está, en definitiva, en manos de Dios. Nosotr@s tenemos que hacer sólo nuestro trabajo. Responder al amor con el que nos sentimos amad@s. Y la Gehena es el lugar del no-amor, el lugar de los muertos, el lugar donde nos quieren arrojar con tantas «propuestas bonitas» pero carentes de vida. Y muchas veces, para rechazarlas, se tiene que entregar la vida. Es un martirio. Un modo jugado de confesar nuestra fe. El amor: que nace del íntimo conocimiento que Dios tiene de nosotr@s. El amor previniente de Dios, que es capaz de estar hasta en el mínimo detalle de la creación, ¿cómo no va a estarlo con l@s predilect@s de su corazón?

Y esta es nuestra mayor seguridad, por la cual estamos dispuest@s a dar la vida: somos íntima y profundamente amad@s por Dios. No hay razón más potente para caminar por esta vida, lanzarnos a esta apasionante aventura de vivir, a esta dramática actuación a la que estamos invitad@s, que sentirnos y creernos profunda e íntimamente amad@s por Dios.

Sería bueno recordar que hay un proverbio que el texto destacó versículos antes: “El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño”. Quien quiera ser discípulo de Jesús no puede verse sorprendido ante la incomprensión, la dificultad e incluso la persecución. Fue el destino del Maestro y el discípulo no puede esperar mejor suerte. Se trata de un proverbio muy antiguo. La novedad –Buena Noticia- está en su aplicación a Jesús y sus discípulos y que se halla completado con la relación «servidor-señor». Frente a sus discípulos, Jesús no es sólo Maestro –como puede ser un rabino o cualquier otro maestro en la actualidad – sino que también es su Señor. Esto establece una nueva relación que se encuentra incluida en la primera confesión de fe de la comunidad: “Jesús es el SEÑOR” y que continúa entre nosotr@s con el reconocimiento del señorío de Cristo y en la necesidad, por nuestra parte, de aceptar amorosamente su voluntad.

Por eso, no teman a la verdad, no teman a la vida, no teman al amor. Porque precisamente en la verdad, en la vida y en el amor nos encontramos con Él, nuestro Maestro y Señor. Y en todo esto, no estamos sol@s. Jesús mismo está viviendo el testimonio de nuestra vida, la entrega de nuestro ser, con nosotr@s. Desde siempre es un Dios-que-está. Yo soy el que estoy aquí interviniendo. Ése es su Nombre.

Hasta la próxima.

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