
Ha sido una semana intensa de estudio. De ir concluyendo el primer semestre. E ir cerrando ciertos temas, haciendo síntesis, generando convicciones. Anoche compartía en la clase de Teoría y Técnica de los Grupos Operativos, que en la cuestión didáctica no hay vuelta atrás. Aprender aprehendiendo, transformando nuestros esquemas referenciales, nuestras concepciones de mundo, nuestros horizontes de visión, revisando nuestras prácticas, transformando nuestra acción, observando lo social con mirada crítica, buscando problematizar lo que está dilematizado, mover lo que está quieto, hacer que la verdad sea operativa, que estemos centrad@s en nuestra tarea para el cumplimiento de nuestros objetivos. Y así vamos andando, abriendo caminos para encontrarnos.
El sábado pasado, publicaba en el blog, una tarde de cielo. Momentos para pulsar la historia en tantos rostros que son vidas, historias, pasiones, amores. Es cierto que voy mirando desde el final, concluyendo servicios, etapas, momentos vitales. Y uno así mira distinto, mira con ojos de milagro las vidas que ha visto crecer. Y me voy despidiendo. Como dice Eduardo Meana en alguna de sus geniales canciones, crecemos en ciclos. Y yo voy cerrando uno. Y dando paso a la apertura de otro.
Esto de la apertura, de ampliar horizontes, de soñar mundos nuevos, historias nuevas. Con Nico, 14 años, alumno de noveno, que volvió al grupo de exploradores y me contaba lo contento que estaba. Era ayer, a las 4 de la tarde. Se sentó en la oficina y arrancó. Empezamos a charlar, y él a contarme de su familia, de su papá, de su mamá, de su abuelita, de su hermana. Y empezaron las preguntas, los viajes, las idas, las despedidas, y por qué sí, y por qué no. Y que quiere estudiar. Tiene que rendir dos materias previas. Una es inglés, él no entiende y yo tampoco, jajaja. La otra es historia y quizá ahí, estudiemos juntos. Llegaron las 5 de la tarde, me dijo “vos tenés que ir a clases, chau”. Se levantó, tomó un caramelo y se fue. Un amigo. Otra vida para celebrar.
Queda una semana más de estudio. El jueves 24 entrego un trabajo de Psicología Evolutiva I que consiste en una observación a niñit@s de primer grado (6 años-con lo que me gustan l@s niñit@s a mí, jajajaj) y su correspondiente análisis a partir de la teoría vista. Y el mismo día, rindo el final de Pedagogía, que el profesor me pidió que le sintetizara mi experiencia pedagógica hasta acá y qué me había servido lo que había estudiado hasta ahora. Como si fuesen fáciles las síntesis… Otra vez, noches largas literarias…
Y por último, empiezo a leer para hacer otro trabajo para entregar, supongo, que en diciembre. Es de Orígenes Cristianos, una materia que no estaba en el plan de estudios teológicos y que en virtud de lograr el profesorado, la tengo que rendir. Y Eduardo me ofreció estudiar un tema del primer siglo de las comunidades cristianas. Y yo elegí «los pobres». Y ahí estamos. Leyendo, buscando bibliografía. Después les iré contando. Y quien quiera oir que oiga.
Basta por ahora. Esto quiere ser como esa mujer que mezclando un poco de levadura en gran cantidad de harina fermentó toda la masa. Y que esa masa sea un hermoso PAN para el hambre de tantas y tantos que nos esperan.
Abrazo firme y tierno.
Diego
El sábado pasado, publicaba en el blog, una tarde de cielo. Momentos para pulsar la historia en tantos rostros que son vidas, historias, pasiones, amores. Es cierto que voy mirando desde el final, concluyendo servicios, etapas, momentos vitales. Y uno así mira distinto, mira con ojos de milagro las vidas que ha visto crecer. Y me voy despidiendo. Como dice Eduardo Meana en alguna de sus geniales canciones, crecemos en ciclos. Y yo voy cerrando uno. Y dando paso a la apertura de otro.
Esto de la apertura, de ampliar horizontes, de soñar mundos nuevos, historias nuevas. Con Nico, 14 años, alumno de noveno, que volvió al grupo de exploradores y me contaba lo contento que estaba. Era ayer, a las 4 de la tarde. Se sentó en la oficina y arrancó. Empezamos a charlar, y él a contarme de su familia, de su papá, de su mamá, de su abuelita, de su hermana. Y empezaron las preguntas, los viajes, las idas, las despedidas, y por qué sí, y por qué no. Y que quiere estudiar. Tiene que rendir dos materias previas. Una es inglés, él no entiende y yo tampoco, jajaja. La otra es historia y quizá ahí, estudiemos juntos. Llegaron las 5 de la tarde, me dijo “vos tenés que ir a clases, chau”. Se levantó, tomó un caramelo y se fue. Un amigo. Otra vida para celebrar.
Queda una semana más de estudio. El jueves 24 entrego un trabajo de Psicología Evolutiva I que consiste en una observación a niñit@s de primer grado (6 años-con lo que me gustan l@s niñit@s a mí, jajajaj) y su correspondiente análisis a partir de la teoría vista. Y el mismo día, rindo el final de Pedagogía, que el profesor me pidió que le sintetizara mi experiencia pedagógica hasta acá y qué me había servido lo que había estudiado hasta ahora. Como si fuesen fáciles las síntesis… Otra vez, noches largas literarias…
Y por último, empiezo a leer para hacer otro trabajo para entregar, supongo, que en diciembre. Es de Orígenes Cristianos, una materia que no estaba en el plan de estudios teológicos y que en virtud de lograr el profesorado, la tengo que rendir. Y Eduardo me ofreció estudiar un tema del primer siglo de las comunidades cristianas. Y yo elegí «los pobres». Y ahí estamos. Leyendo, buscando bibliografía. Después les iré contando. Y quien quiera oir que oiga.
Basta por ahora. Esto quiere ser como esa mujer que mezclando un poco de levadura en gran cantidad de harina fermentó toda la masa. Y que esa masa sea un hermoso PAN para el hambre de tantas y tantos que nos esperan.
Abrazo firme y tierno.
Diego
1 comentario:
cuanta vida y cuanto que hacés...
buen fin de semana.
y cuidate, no?
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