viernes, 26 de septiembre de 2008

Ojalá encuentre caminos...


Una semana diferente. Como mi papá se fue de vacaciones con sus hermanos a Córdoba, algo que hace mucho quería hacer y que se dio ahora, me fui a vivir a la casa de él para que no quede sola. Cada mañana desde Quilmes a Avellaneda, de Avellaneda a Almagro y Palermo por el estudio y de ahí, a la noche, otra vez a Quilmes. Cocinar, limpiar, lavar. Estar solo. Rezar. Tener otros tiempos, otros ruidos, otras soledades, otras compañías. Nos encontramos con mis amigos para el cumpleaños de Jorge, fui a la cancha a ver a Boca, que había invitado a mi hermano y mis sobrinos pero no pudieron ir. Aproveché y fui a la popular, a cantar y saltar. Ver a los pibes y disfrutarlo.

También el martes y miércoles estaba la reunión de consejo inspectorial. A la espera de una propuesta para el próximo año que todavía no conozco y que me mantiene en la incertidumbre. Tal es así que se siente en el cuerpo y duele todo. Y habla. Y comunica.

En el grupo operativo de psico social también hubo novedades. Una compañera expresó su malestar y movilizó a todo el grupo. Y así, en todo el grupo nos fuimos expresando. Hace bien. Inquieta, invita a pensar, a sentir y a volver a interpretarse. Cambiar. Y seguir.

En el trabajo, todo desafío. La vida adolescente, donde se vislumbra la punta del iceberg de la realidad familiar nos mantiene en vilo. Nos vamos encontrando para actuar, intervenir para dar respuestas a esas vidas que reclaman atención y ternura. Y lo hacen a los gritos, a los llantos, a los golpes, a los silencios, al vértigo… Y estamos ocupad@s en eso. Bien ocupado@s.

Ésta es nuestra viña. Ésta es mi viña HOY. Quiero ir a trabajar. Me siento convocado a hacerlo. Muchas veces me siento un sumo sacerdote, otras un publicano. Y entonces «ojalá que encuentre caminos para seguir caminando, caminando, caminando…» Último o primero, pero quiero entrar, quiero estar ahí apasionado por el Reino!

Hasta la próxima.
Abrazo de gol.
Diego

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